Hacia finales de octubre del 2003, el Movimiento Sin Tierra de Bolivia ocupa cinco grandes parcelas de tierra, todas ellas, propiedad de políticos corruptos favorecidos por el guerra del gas.
En Bolivia, el MST nucléa a más de 3000 hombres y mujeres, quienes en su mayoría son indígenas aymará y quéchuas, que luchan por recuperar la tierra de sus ancestros.
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